Raza de Caín / Gustavo Zola y Poncé.

Historia novelada de los años de increíble violencia (1948 a 1953) que azotó al occidente antioqueño dejando los predios sin cosecha, los campos sin labriegos y las aldeas sin aldeanos. Ojalá que este póstumo tributo a la memoria de los caídos, no sirva para lastimar heridas que todavía sangran, o torturar ojos en cuyos párpados aún no se han secado las lágrimas.

Los pueblos que olvidan su historia, afrontan un futuro incierto. Por eso las nuevas generaciones tienen qué conocer lo que aconteció durante la violencia de la década de 1950 en Los Llanos, en Peque, Uramita, Yacopí y Villa Rica.
Peque, municipio del Occidente antioqueño ha sido un símbolo del liberalismo, de la rebeldía. Por eso bajo el gobierno de Rafael Urdaneta Arbeláez, con la consigna "a sangre y fuego", se pretendió borrarlo del mapa mediante la exterminación física de sus campesinos y el incendio de sus modestas casas. Como la mayoría de los municipios liberales de Colombia, vio de la noche a la mañana transformarse sus pacíficas campiñas en campos de batalla, sus cultivos y flores en cruces evocadoras de los caídos, la paz de los amaneceres en el llanto de huérfanos y viudas.
Sus campesinos sucumbieron víctimas de la violencia oficial, o marcharon a organizar la resistencia al mando de un labriego analfabeta, Manuel Giraldo, sin las normas clásicas de la guerra, pero con un profundo sentido humano de supervivencia. Sus victorias y derrotas, aunque no inscritas en la historia oficial, merecen ser colocadas al lado de las de Uribe Uribe o Benjamín Herrera. Los Generales liberales de 1950 han sido olvidados porque no tuvieron rancios apellidos ni patrocinadores intelectuales.
Las nuevas generaciones deben saber lo que fue la violencia en Colombia: los "cortes de franela", las mujeres violadas y descuartizadas, los niños decapitados, los hogares incendiados, los presos que jamás retornaron a sus hogares. Esta historia novelada de Gustavo Zola y Poncé es la evocación de una página histórica que no puede olvidarse, porque puede repetirse... Aún no han curado sus heridas ni muerto sus inspiradores y protagonistas...
Mario Arango Jaramillo.